lunes, 9 de marzo de 2009

Larry Martin triunfa en el Central

La Larry Martin Band tocó en el Cafe Central entre los días 2 y 8 de marzo para presentar su último trabajo, "One day I'll fly away". La banda, una de las más asentadas del circuito madrileño, tocó los temas de su último disco y otros grandes clásicos del jazz, el blues, el soul o la bossa consiguiendo un tremendo éxito entre un público rendido desde el primer momento.
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Reportaje fotográfico realizado por Jorge Moreno
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Por Jorge Moreno (MadridJazz en CeroPretensiones)
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Después de toda publicación, a un músico de jazz le llega su verdadero trabajo: defenderla en el escenario. Después de haber pasado por El Junco, Populart o por el Café Berlín, le llegaba el turno al templo del jazz en Madrid, donde se han grabado los mejores directos de la historia del jazz español: el Café Central. Todos los clubs de jazz tienen algo que les hace únicos. Quizá el Central sea de esos en los que la historia del jazz parece escucharse y es que sigue pareciéndo el hermano mayor de todos los demás. Por eso, el Central era el lugar indicado para ver a una de las bandas más consolidadas del panorama madrileño: la Larry Martin Band.

Con dos décadas de música en el baquetero, la banda de este baterista madrileño se ha convertido en una de las más estables del jazz hecho aquí y (lo mejor de todo) sin perder la frescura de los que empiezan. La LMB sigue fiel a su estilo en One day I'll fly away, ofreciendo grandes standards del jazz y del blues vocal con un colo
r muy personal y un par de temas propios que merece la pena escuchar. En una reciente entrevista a Distrito Jazz, Larry Martin explicaba que este último disco constituye su trabajo "más ambicioso" y reconocía que, con los diferentes temas, transitaba a través de su propio recorrido vital, tras el paso por una grave enfermedad que le ha cambiado "la vida y la forma de enfocar la música".

El paso de la grabación al directo siempre es una prueb
a de fuego para el músico (y más en el jazz). En el caso de One day I'll fly away el riesgo se triplicaba, puesto que al cristalino trabajo de producción y a la pulcritud de los arreglos se les unían colaboraciones de "grandes músicos y amigos desinteresados" de Larry de la talla del saxofonista Jorge Pardo, el teclista Javier Mora o el cuarteto Bohemians que interpreta un sobrecogedor arreglo de cuerda para el tema que da nombre al disco. Sin embargo, cuando la banda se subió en el escenario no se echó en falta a nadie.

Es evidente que a la profesionalidad y la maestría de Enrique García (guitarra) y Richie Ferrer (contrabajo) se les une el tiempo que llevan junto a Larry, desde 1988 y 1999 respectivamente. En el escenario, les basta con una mirada para comunicarse y eso lo nota el público. La integración total que existe entre los tres se transmite y hace que la música fluya casi como si nadie la estuviera tocando. Ante la reciente marcha de Moises Sánchez al piano, ha entrado en la banda el joven Pablo Gutiérrez que, pese al poco tiempo de adaptación, destacó por el intenso y limpio fraseo en los solos.

Por supuesto, mención aparte merece la voz de Yoio Cuesta, cuya intensidad, diversidad de matices y sensualidad están más que demostradas. Sin duda, la voz de Yoio es uno de los sellos más importantes y personales de la banda, puesto que le aportan una personalidad completamente única e insustituible. Pero no es sólo su voz lo que destaca, su presencia en el escenario es imponente y, gracias a ella, es capaz de meterse al público en el bolsillo en menos de una síncopa.
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Foto: Jorge Moreno del Barco
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Larry, por su parte, no creo que merezca presentación alguna. Basta con ver como navega el barco para saber que quien lleva el timón lo está haciendo bien, pero no es sólo eso. La presencia de Larry en la batería puede ser tan imperceptible cuando se precisa que cuando comienza su solo el público se vea obligado a rendirse sin luchar.

El concierto transcurrió entre jazz y blues con alguna que otra bossa especialmente agradecida por un público totálmente entregado. Destacaron especialmente los tres últimos temas, aunque por razones bien distintas. Con Take Five de Dave Brubeck, Larry dio el golpe sobre la mesa que todo líder debe dar en un concierto, con un solo con el que pasó por los rincones más insospechados de la batería. En One day I'll fly away Pablo Gutierrez, el arco de Richie Ferrer y la calida voz de Yoio emocionaron a todo el que estaba en el club. Y, por último, Hit the road Jack fue la explosión final con la que el público y la propia banda se entregaron para reconocer su armonía en esa perfecta noche de jazz.

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