jueves, 30 de julio de 2009

Jazz en la Cadena Ser

Durante dos semanas (del 13 al 24 de julio) he tenido la suerte de pertenecer al equipo de Si amanece nos vamos, en verano. En esos diez programas, he realizado una minisección de jazz en la que tratabamos cada madrugada, justo antes de que Pedro Blanco entrara con el Hoy Por Hoy, de acercar a los oyentes un aspecto o un estilo distinto de esta gran música que es el jazz.


Por Jorge Moreno (MadridJazz en CeroPretensiones)

De momento, aquí van los audios de las cinco primeras secciones. Es decir, las de las madrugadas del 13 al 17 de julio.

Lunes 13 de julio: Nicole Henry y el Jazz vocal femenino

El día 10 tuve la oportunidad de ir al concierto que Nicole Henry ofreció en Clamores Jazz gracias al duro trabajo de Dick Angstad (Bogui en el exilio). Antes del concierto, Dick avisó de que antes o después El Bogui reabrirá sus puertas. Tras el aplauso general ante estas palabras, comenzó un excelente concierto de Henry.



Martes 14 de julio: Ska-Jazz

Tras el concierto en Madrid de la Tokyo Ska Paradise Orchestra, hablamos del ska, de sus orígenes y de los grupos que, en las últimas décadas, han apostado por volver a las raíces y tender puentes con el jazz.



Miércoles 14 de julio: Wynton Marsalis y las Big Bands

Wynton Marsalis estuvo en el Festival de Jazz de Vitoria con la Big Band del Lincoln Center, hablamos del concierto, del Festival y de las grandes orquestas de la era del swing.



Jueves 15 de julio: Joshua Edelman y el Latin Jazz

Con algunas de las respuestas que Joshua Edelman nos daba a Madrid Jazz en CeroPretensiones (y 2) hablamos de su música, del origen del jazz latino y de algunos términos básicos para entender este estilo.



Viernes 16 de julio: Anécdotas y curiosidades del mundo del jazz

Para comenzar el fin de semana, decidimos contar algunas anécdotas curiosas de algunos de los músicos de jazz más importantes de la historia.



Próximamente iré subiendo los audios de mi segunda semana en Si amanece nos vamos, con el blues de Raimundo Amador y el Festival Blues Cazorla, Bossa Nova y más anecdotas el viernes.

sábado, 4 de julio de 2009

Dos clásicos: Canal Street Jazz Band y Chuma Segura Hot Band

Esta semana hemos decidido hacer dos recomendaciones básicas para cualquier aficionado al jazz que esté en Madrid este verano. La Canal Street Jazz Band y la Chuma Segura Hot Band se han ganado sobradamente la admiración y el respeto del público madrileño. Una es de las bandas más veteranas del circuito y la otra lleva dando que hablar el tiempo suficiente para tratarla con el debido respeto. Viejos conocidos para aquellos noctámbulos que deciden pasar las noches en el Populart, este verano podréis disfrutar de su música en distintos escenarios.

Por Jorge Moreno (MadridJazz en CeroPretensiones)

Canal Street Jazz Band

"La Canal", con más de treinta años a sus espaldas, es uno de los grupos más veteranos del panorama nacional. Considerada por muchos la mejor banda de dixieland de España, los chicos de Jim Kashishian siguen dispuestos a dar guerra en las noches del Populart (del 15 al 23 de julio).
Su sonido Nueva Orleans, la compenetración lograda a lo largo de décadas y su gran sentido del humor consiguen una conexión muy especial con el público que hacen quien les vea una vez no pueda dejar de repetir. Su tratamiento rápido y desenfadado de los estándars del jazz clásico da a sus conciertos un aire fresco y vibrante que emancipa a los pies del público del resto de su cuerpo.
Cualquier madrileño que se llame a sí mismo jazzero tiene la obligación de disfrutar al menos una noche con este quinteto formado por Jim Kashishian (trombón y voz), Pepe Núñez (trompeta), Fernando Sobrino (piano), Antonio Domínguez (contrabajo) y Antonio Calero (batería).

Chuma Segura Hot Band

“La música no se comprende, la música se siente. Escúchala con el corazón porque pertenece al lenguaje del alma”. Así se presenta Chuma Segura en su página web. Este guitarrista, arreglista y compositor navarro ha organizado en torno a sí un quinteto de plenas garantías.
La Hot Band ofrece una mezcla muy personal y atractiva de jazz, funky, rock y blues en la que las versiones de Jimmy Hendrix o Los Beatles van asomando casi imperceptibles, totalmente camufladas en el estilo Chuma que aparece en su máxima expresión con los temas propios. Temas a los que su pulcra factura no resta valor para la indudable capacidad técnica que los miembros de la banda aportan al directo.
A medio camino entre juventud y madurez, esta banda formada por Chuma Segura (guitarra), Cándido Mijares (saxo tenor), Gustavo Gregorio (bajo), Paco García (batería) y Jorge Pérez (percusión) se ha ganado un puesto intransferible en el circuito madrileño del jazz.
Este verano, puedes disfutarles el 10 de julio en Heron City, el 11 en Diversia y el 28 de agosto en el Festival Músicas del Mundo de Ciempozuelos.


lunes, 15 de junio de 2009

Los Veranos de la Villa se presentan con el mejor jazz

Pese al sofocante calor del verano en la capital, muchos son los que dicen que en julio y agosto es cuando mejor se está en Madrid. Si le echamos un vistazo a la programación jazzística de los Veranos de la Villa de este año, tenemos otra razón para cambiar la playa por la piscina.
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El pianista dominicano Michel Camilo
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Por Jorge Moreno (MadridJazz en CeroPretensiones)
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Para este año, los programadores de los Veranos de la Villa de Madrid han decidido apostar por el jazz con algunos conciertos esenciales para los aficionados a la buena música. Primeros espadas internacionales como Dianne Reeves o Michel Camilo tienen una cita con las calurosas noches de nuestra ciudad. La agenda, que se desarrollará principalmente en julio, destaca por su variedad, calidad y, por desgracia, por los altos precios de sus entradas, que llegan a superar los 50 euros.
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Si bien el programa es muy variado, hay dos estilos que predominan por el prestigio de los
intérpretes que los representan en el festival. El latin jazz se presenta con dos conciertos absolutamente irrechazables para cualquier melómano. El sábado 4 de julio, el pianista dominicano Michel Camilo actúa sin acompañamiento en el escenario idílico de los Jardines de Sabatini. El jueves siguiente, Paquito d'Rivera y Chano Domínguez tocan el la Puerta del Ángel mezclando el jazz latino con el flamenco, el tango o la música africana.
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El otro estilo predominante de este verano será el jazz vocal y su lugar estará en e
l escenario que el Ayuntamiento ha colocado en la Puerta del Ángel, en el recinto ferial de la Casa de Campo. Las voces de George Benson (6 de julio) o Manhattan Transfer (22 de julio) se unen al homenaje a la gran cantante de jazz Nina Simone que se celebrará el 15 de julio. Este tributo, bautizado con el nombre de Sing the truth, se encuentra en plena gira por todo el mundo y cuenta con algunas de las voces femeninas más importantes del jazz de nuestro tiempo: Dianne Reeves, Lizz Wrigth, Angelique Kidjo y Simone (hija de la cantante norteamericana), estarán acompañadas por el Al Shackman Quintet, la banda original con la que actuaba Nina Simone.
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Dos festivales dentro del festival

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Dentro de los Veranos de la Villa encontramos programados dos festiv
ales de jazz muy interesantes. El primero se celebra en el Teatro Nuevo Apolo y cuenta con un cartel de tres actuaciones de artistas americanos de primer nivel mundial que, aunque no forman combos estables, se han unido para preparar unas citas imprescindibles para el público madrileño. El baterista Roy Haynes abre el festival el 13 de julio con un trío en el que le acompañan el pianista Danilo Pérez y John Patitucci al bajo. El lunes 20 de julio, el trío formado por el guitarrista Larry Coryell, Alphonse Mouzon a la batería y Joey de Francesco al hammond interpretará un concierto diferente al del resto del festival. El martes 21, la Lee Ritenour Band cierra el festival con la participación de Melvin Davis (bajo), Will Kennedy (batería) y Patrice Rushen (vonz y piano), además del propio Ritenour (guitarra).
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Por otro lado está el Jazz Weekend Holandés que organiza la Fundación Carlos de Amberes los días 17, 18 y 19 de julio. El fin de semana comenzará con una Master Class impartida por Marc Mommaas (saxo) y Nikolaj Hess (piano) en la Escuela de Música Creativa y finalizará el domingo con una jam session en la sede de la Fundación en la que participarán los músicos del festival. Entre medias, tres días con seis conciertos repartidos entre distintos escenarios de la capital: Clamores, Círculo de Bellas Artes o la propia Fundación.
En el cartel destacan algunos de los interpretes más importantes del jazz neerlandés, como Jack Van Poll, Eric Vloeimans o Tineke Postma.
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No sólo de jazz vive el hombre
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La propuesta musical de los Veranos de la Villa no acaba en el jazz, pese a los grandes músicos que de este estilo que aparecen en el cartel. Las músicas del mundo son el otro pilar del festival en el apartado musical, con conciertos interesantísimos como el del cantante senegalés Youssou N'Dour (21 de julio, Puerta del Ángel) o el brasileño Gilberto Gil (26 de julio, Puerta del Ángel).
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También tendrá una importante presencia la música negra, con el soul de la Motown (18 de julio, Puerta del Ángel), el funk de Kool & The Gang (7 de julio, Puerta del Ángel) o el blues de Bob Stroger (1 de agosto, Sala Moe).

martes, 12 de mayo de 2009

El Johnny también dice adiós

El pasado 4 de mayo, la dirección del Colegio Mayor San Juan Evangelista anunciaba a sus residentes y a los responsables de su Club de Jazz que el “Johnny” será clausurado temporalmente a partir del próximo septiembre debido a una reforma completa del edificio. La incertidumbre planea sobre colegiales, trabajadores y aficionados, que ven como cierra sus puertas otro de los referentes del jazz en Madrid.

12FOTO-DEXTER-GORDON-ANO-19 Dexter Gordon, despidiéndose del público del Johnny (Foto: Domingo Gómez)

Por Jorge Moreno (MadridJazz en CeroPretensiones)

Art Blakey, Dexter Gordon, Max Roach, Dizzy Gillespie, Chick Corea, Dave Holland, Bill Evans, McCoy Tyner, Stephane Grappelli,  Bobby McFerrin, Steve Lacy, Tete Montliu, Curtis Fuller, Pedro Iturralde… La lista ha seguido engordando durante treinta y nueve años, y todo indicaba que le iban a dejar cumplir cuarenta.

Sin embargo, la dirección del Colegio Mayor Universitario San Juan Evangelista sorprendía el lunes 4 de mayo a todos los que forman parte de él: el Johnny cierra sus puertas. Mediante una carta se hacía saber a los colegiales que la dirección  había decidido acometer reformas en el veterano centro (propiedad de Unicaja) a partir de septiembre, sin plazo de finalización.

Esto supone graves problemas para los universitarios, pues el colegio es de los más baratos del distrito madrileño (725 euros al mes) y algunos no pueden permitirse pagar una cifra superior. Además, los plazos de inscripción en otros colegios mayores están a punto de finalizar o ya lo han hecho por lo que, con los exámenes a la vuelta de la esquina, muchos estudiantes están preocupados por no saber donde van a dormir el próximo curso.

Pero lo peor del cierre es que el Johnny no es un Colegio Mayor más. Durante la dictadura, San Juan era asociado a un nido de desobediencia universitaria y lucha contra el franquismo, y por su Club de Música y Jazz han pasado los mayores exponentes del jazz y del flamenco a nivel mundial, algo que lo coloca como uno de los centros culturales más relevantes de la capital. Ha sido y es todo un referente de nuestra cultura y nuestra historia más reciente.

Ahora, ante una situación de cierre temporal indefinido, los interrogantes se ciernen sobre los colegiales y sobre los amantes del jazz de nuestra ciudad. El propio Alejandro Reyes, Presidente y Director Artístico del club, afirmaba no saber si la actividad cultural del Colegio “continuará en el futuro” e invitaba a todos los aficionados del jazz a asistir al último concierto del curso de forma gratuita.

El encargado de poner punto (sin saber si será seguido, a parte o final) a estas cuatro décadas de música fue el baterista uruguayo Carlos Carli, con su Cuarteto Arguy, el pasado día 8. Carli, que ya actuó en el Johnny el 3 de noviembre de 1979 con el Sexteto de Jean Luc Vallet, presentó su disco Carlos Carli de donde vengo (fotografías de Esther Cidoncha).

_jazz1979_dCartel de la actuación del Sexteto de Jean Luc Vallet (Carlos Carli, batería) en 1979 

Muchas han sido las voces que se han levantado contra el cierre entre los medios especializados. JazzinMadrid, Cuadernos de Jazz o Tomajazz se hacían eco de la inesperada noticia y protestaban contra otra gran perdida para la supuestamente cultural y cosmopolita ciudad de Madrid. Tras el “caso Bogui”, la gente del jazz parece cada vez más irritada con unos gobernantes municipales que por plantearse heroicidades olímpicas para el futuro se olvidan de proteger una cultura que ya era un sello de Madrid reconocido internacionalmente. Pero la repercusión no se ha limitado al mundo del jazz y al universitario. Grandes medios de comunicación como El País, El Mundo (y 2), Cuatro o RNE se han hecho eco del cierre del Johnny.

Ahora toca esperar y mantener los dedos cruzados para que no perdamos otro emblema del jazz en nuestra ciudad. De momento, Reyes se ha puesto en contacto con la Complutense y parece que la Universidad está dispuesta a buscar alternativas donde celebrar los conciertos del próximo curso. Es posible que el exilio de clubes se convierta en un fenómeno al que los madrileños tengamos que acostumbrarnos (al menos de momento).

lunes, 4 de mayo de 2009

"Siempre sentí la música latina como algo mío"

Después de hablar sobre su llegada a España, la política, Israel o la vida del jazzman, la conversación con Joshua Edelman pasó al terreno puramente musical. El latin jazz y el libro sobre el piano en la música latina que está preparando o sus primeras experiencias con el jazz neoyorquino ocuparon la segunda parte de la entrevista.
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Edelman en un reciente curso en el Conservatorio de Getafe (Foto: Jorge Moreno)
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Por Jorge Moreno
(MadridJazz en CeroPretensiones)
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Pasemos al latin jazz, ¿crees que este tipo de música conecta mejor con el público madrileño que otros?
Yo creo que sí. Últimamente he tenido conciertos de jazz “más clásico” y también he sentido mucha conexión con el público, pero en general te diría que cuando es más latino conecta más.
También es una cuestión un poco de estilo personal, de actitud. Hay músicos muy introvertidos, que tocan muy bien pero que no conectan porque dan la sensación de tocar para adentro, porque no hablan con el público o porque se empeñan en hacer cosas muy difíciles en las que la gente no les puede seguir.
Pero yo creo que la música latina conecta. Hay mucha conexión entre Latinoamérica y España. Aquí se ha escuchado siempre música latinoamericana: boleros, chachachás, mambos, salsa, merengue…
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Lo tenemos en la recámara. Son los discos que han puesto tus padres o tus abuelos…
Claro. Si es que pasa a todo el mundo.
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¿De dónde te viene el interés por esta música y, en general, por la cultura latina y española?
Yo me crié en Nueva York que es básicamente una ciudad bilingüe, multilingüe mejor dicho. El español está muy presente y a mí me atraía desde siempre esa música, la sensación de cultura más cálida… y lo tenía ahí a mano. Me acuerdo desde muy joven que cuando oía los grupos con los tambores me volvía loco, ¡me encantaba! Empecé a entrar en contacto con la música latina, con la salsa y el latin jazz. Siempre lo tenía ahí, lo sentía como algo mío.
Creo que hay músicos a los que nos pasa: conozco músicos en España que tienen un don para tocar jazz, sin ser su cultura, y lo tocan que flipas. Y dices, ¿cómo puede ser esto? Eso a veces pasa, y no solamente con españoles. Es el caso de Ove (el trombonista sueco Ove Larsson, con su trío , el 29 y 30 este mes en el Café Despertar). Ove tiene un don para sentir cualquier tipo de música negra y la toca como es, con un lenguaje totalmente real, siendo sueco. Yo creo que a veces nos enamoramos de una música y se nos mete en la sangre.
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¿Qué te aporta a ti esta música que no te aporte un jazz más clásico? ¿Qué diferencias notas a la hora de interpretar o componer música latina en vez de música más norteamericana?
Tiene un juego rítmico muy importante y tengo la suerte de tocar con músicos que conocen muy bien su música. Llevo muchísimos años hablando con muy buenos músicos cubanos, panameños y de otros sitios que conocen muy bien su música y que la tocan con convicción y seguridad. Eso te aporta mucho, porque cuando tocas con gente muy segura de lo que hace, te hace más seguro a ti, y al final es más real que si tocas con alguien que ha aprendido algo y que está intentando acercarse, pero que no ha llegado del todo.
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La verdad es que tocas con músicos extraordinarios. Personalmente, Manuel Machado cada vez me impresiona más.
Machado (entrevista en cubaencuentro.com) es una figura, un músico impresionante, pero todos lo son. He tenido la suerte de tocar con muy buenos percusionistas (que también es un aprendizaje buenísimo), bajistas… Todo eso te permite tocar mejor y expresarte.
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Hablando de la música cubana, has llevado a cabo una importante investigación sobre este tipo de música que te ha llevado a muchos lugares y a conocer a muchos músicos. ¿Qué te ha aportado esta investigación? ¿Qué has aprendido de todo esto?
Ha sido una experiencia impresionante. Estamos hablando de un libro del que ahora mismo estoy terminando los últimos toques y que creo que por fin va a salir este año en otoño. Se llama Los reyes de las blancas y las negras.
Es un proyecto que empecé hace ya dieciséis o dieciocho años, no me acuerdo exactamente. Estaba haciendo una investigación no con la intención de hacer un libro, sino de aprender. Esta música me encantaba, me había metido en algunos proyectos y, claro, tenía que aprender. Tenía algunas fuentes de información: algunos músicos amigos míos que me contaban cosas y los discos, de los que sacaba mogollón de cosas trascribiendo tumbaos, líneas de bajo, solos, sacaba los arreglos de los discos para tocarlos con las orquestas…
Por todo este camino de aprendizaje y de tocar por ahí siempre iba pendiente de preguntarle cosas a la gente: aprendiendo cosas de percusión, de piano y de arreglos. Así, en algún momento del 94 o el 95 se me ocurrió la idea de plasmarlo en un libro. Me gustaba la idea de recoger la documentación, organizarla y plasmarla en un libro, en un documento para que eso quedara ahí. Yo pasé muchísimas dificultades para aprender porque no había muchas fuentes de información, y como siempre he tenido vocación de pedagogo (siempre he estado dando clases y me gusta) quería organizar esa información para la gente.
Ya desde finales de los ochenta había estado entrevistando a pianistas latinos para que me contaran cosas. Me decían: “mira, yo toco el tumbao así”, “yo pongo el bajo de esta manera”, “va con la clave así”… A lo mejor tenía que tocar un repertorio con un grupo y el pianista me decía: “pásate por casa y te cuento como va”. Yo ya iba con el walkman y grababa el ensayo y de ahí sacaba algunas conclusiones.
A partir del 95 empecé a interesarme por entrevistar a grandes figuras del piano en la música latina. Creo que la primera entrevista que hice a un peso pesado fue a Eddie Palmieri (página oficial, en inglés). Luego en el 96/97 empecé a saco a entrevistar a todo el mundo. Fui a Cuba dos veces y entrevisté a Chucho, a Frank Emilio, a Rubén González, a Guillermo Rubalcaba (entrevistas en Anapapaya y Akerunoticias) y a un montón de gente más. Después hice varios viajes, estuve en Puerto Rico de gira con Presustos Implicados y allí aproveché para entrevistar a gente. Quería que la gente me contara cómo habían aprendido, cómo eran sus primeras experiencias en la música, qué opinaban, con quién habían grabado… Todo tipo de historias.
Luego fui a Nueva York y entrevisté a Michel Camilo (página oficial, en inglés), a Oscar Hernández (que era el pianista de Rubén Blades), a Alfredo Valdés Junior (que es un pianista cubano que vive en N. York desde hace muchos años)… Hice entrevistas por un tubo. Hice entrevistas a pianistas dominicanos que me explicaron como hacer los tumbaos de merengue… Y claro, yo le voy dando vueltas al proyecto y el proyecto empieza a crecer y a extenderse por todos lados… ¡y me he metido en un follón de mucho cuidado! (Risas)
Escribí la historia del piano en la música latina. Bueno, mi visión de la historia que, como siempre, es muy subjetiva. Se puede hablar de hechos, pero la interpretación que se le dé a la historia es subjetiva. Uno intenta indagar y descubrir una verdad, pero la mía también pasa por mi propia experiencia, que relaciona la música cubana con la salsa, con España… Está condicionada por mi vida y por los músicos con los que he tocado. A lo mejor si hubiera estado viviendo en Venezuela, en Santo Domingo o en Colombia mi visión sería diferente, pero es lo que hay.
El proyecto abarca la parte histórica; las entrevistas; una recopilación en CD de ejemplos de música clásica cubana, danzón, los primeros sones y guarachas cubanos, salsa de Nueva York y latin jazz; y transcripciones de esa música y una recopilación de tumbaos. La recopilación en CD intenta dar una perspectiva amplia del piano en todas esas diferentes etapas y en diferentes países.
Todo eso conlleva un trabajo de chinos y tampoco he tenido un apoyo institucional importante. Esto lo está sacando la Fundación Autor, pero el trabajo lo he hecho yo, con ayuda de mi mujer que es periodista y me ha ayudado a editar los textos y las ideas y, en la última etapa, con la colaboración de unos amigos que me pasan las partituras a ordenador y también me han ayudado con las transcripciones, las fotos…
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Pequeño reportaje sobre Joshua Edelman y el nuevo jazz latino en Madrid
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Viniendo de una familia de arquitectos de Nueva York ¿cómo te llega la pasión por la música?
Mi madre es arquitecto y mi padre también, tengo un montón de tíos arquitectos y pintores. A mi familia le ha dado por esa rama del arte pero mi abuela tocaba el piano un poco, mi madre tocaba el piano de pequeña y teníamos un piano en casa.
Mi madre estaba empeñada en que aprendiéramos música desde muy pequeños. Nos hacía ir a clase de música con 5, 6 o 7 años. Además, había mucha música en el ambiente: a lo mejor compraba un disco y descubría que el autor vivía al lado y que tocaba al lado. Mis padres tenían discos de jazz: de Monk, de Count Basie, Benny Goodman, Art Tatum… de mucha gente de la época, de los pianistas antiguos, straight piano y todo eso. Mi padre era un fanático y me acuerdo que aunque no fuera músico se sabía un montón de standards porque era la música de su época, de su juventud. Se sabía la letra y yo me ponía a tocar el piano y siempre decía: “eso si no tiene swing no vale nada” (risas). Me daba caña. Siempre me decía que había conocido a Billie Holiday cuando había vuelto de la guerra y se movía por los clubs de jazz de Nueva York. Me contaba que había visto a muchísima gente tocar por ahí.
Cuando yo tenía 12 o 13 años en mi casa se compraban discos de jazz. Me acuerdo que mi hermano tocaba la flauta travesera y mis padres empezaron a comprar discos de flautistas de jazz como Jeremy Steig (página oficial, en inglés) que era hijo de un dibujante amigo de mi padre. Luego se compraron discos de Yusef Lateef, que era del gremio de Barry Harris (página oficial, en inglés) y toda esta gente. Y también discos de blues de B.B. King (página oficial, en inglés) y de Muddy Waters. De repente, empecé a ver que esta gente tocaba al lado de casa, que me pasaba por un sitio y estaba anunciado B.B. King y que Yusef Lateef tocaba en el Village Vanguard (en inglés), a 300 metros de mi casa. Y Bill Evans (página oficial, en inglés) y Thelonious Monk… Todo el mundo estaba allí y en cuanto pude me escape a ver conciertos. Vi a Janis Joplin y a B.B. King. Yo tenía 14 o 15 años y ahí empezó todo el lío.
Había un saxofonista ciego que se llamaba Rashaan Roland Kirk, un músico importante, muy original, muy creativo, muy interesante y también un tío muy estrafalario. Llevaba túnicas orientales y colgantes de todo tipo, tocaba tres saxos a la vez y tenía flautas orientales colgando de una cadena. Era un tío muy exótico y muy original. Pues una noche, cuando tenía 15 o 16 años, yo pasaba al lado del Village Vanguard y de repente: ¡paf! Se abre la puerta de una patada y sale Roland Kirk tocando el clarinete y un montón de gente detrás dando palmas. Se dan una vuelta por la acera y se vuelven a bajar por la escalera. Él era ciego, pero no se cortaba un pelo por eso. No llevaba bastón ni nada, él tío iba con sus gafas oscuras y con toda su indumentaria exótica. Yo me quedé con la boca abierta y dije: ¡Hostia, hay que ir a ver a este tío! (Risas)
Empecé a frecuentar por aquella época el Village Vanguard y otro sitio que se llamaba Slugs que estaba en el East Village. Un barrio bastante conflictivo, pero donde tocaba gente muy interesante. Allí tocaban mucho McCoy Tyner (página oficial, en inglés) y Horace Silver. Con 15 años era asiduo de esos sitios y claro, se te contagia todo. Tuve la suerte de pillar esa época tan creativa y fructífera. Y estaban todavía los grandes, los fundadores, por ahí haciendo sus historias.
Era muy interesante porque cada grupo sonaba distinto. Luego todo se fue volviendo hacia un modelo más estándar, pero en esa época cada grupo tenía un sello, una personalidad. Los pianistas también, los estilos estaban muy definidos: unos tocaban moderno, otros tocaban free jazz, otros más bebop, otros blues… McCoy, por ejemplo, era innovador y tenía un estilo muy propio y original.
Tuve suerte de poder ver eso y escuchar a los músicos que te decían: “Tienes que aprenderte todos los standards y tocar todo en todos los tonos pero, sobre todo, tienes que tener tu propia personalidad.”
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¿Cuáles han sido los músicos que más te han influido?
El primer pianista que realmente me impactó mucho fue Thelonious Monk. Incluso llegué a tener algunos problemillas por eso. Yo iba al High School of Music and Art (en inglés), en el que se basó la película Fama. Recuerdo que tenía un profesor de literatura que era muy militarista, muy facha y muy cabrón. El tío tenía bigote, había sido piloto en la guerra y era bastante insoportable y yo fui un día con todos mis libros del instituto y también con mis partituras de piano. Tenía una pila enorme de libros y la dejé encima del pupitre y había un libro que ponía: Thelonious Monk. Genio del Jazz. Él tío se acercó (como el profesor cabrón que se acerca para tocarte los huevos) y me dijo: “Vaya, vaya… Hoy en día se le llama genio a cualquiera”. Y a mí, que era karateka, me entraron unas ganas de partirle la cara que me tuve que controlar (risas). Al final le pregunté: “¿Y usted qué sabe de esto?” Y el tío empezó en plan racista: “¿Cómo se le va a llamar genio a un músico de jazz, a un señor así?”
Me acuerdo de otra anécdota. En un curso de piano, con un profesor que era más pianista que jazzista, que se dedicaba a los musicales, a música de calidad pero tirando más a lo comercial. El tipo nos hizo pasar a todos a tocar algo y yo el único tema que me sabía era de Monk y además de los raritos. Toqué el tema y el tío se me quedó mirando y me dice: “¿No te sabes Las hojas muertas?” (Risas) El tío se me quedó mirando como si fuera un poco marciano, pero era lo que me gustaba en ese momento.
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Cuando hablas de la improvisación dices que es muy importante que un músico de jazz tenga mucho autocontrol y mucha consciencia de lo que está tocando en cada momento. Pero, una vez en el escenario, ¿qué porcentaje de cerebro y cuánto de corazón se pone en un buen solo?
Yo creo que donde es muy importante poner el cerebro es en casa y cuando estás en el escenario… Hombre, algo de cerebro nos queda ¿no? (Risas) Yo personalmente me enfoco más hacia un punto emocional que hacia un punto técnico. De todos modos, hay opiniones variadas sobre esto, pero a mí me gusta más intuir que calcular, y me sale mejor. Pero creo que la capacidad de intuir depende mucho del trabajo de casa y de estudiar mucho. Hay que estudiar muchos solos, mucho material melódico, entender el movimiento de la armonía, el lenguaje rítmico.
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Pasemos a tus discos. Conexiones, además de tu primer disco en solitario, es un homenaje a tu padre. ¿Cómo influye la gente que te rodea en la música que haces?
Yo soy de relaciones estables, por lo menos en la música, y creo que cuando llevas muchos años tocando con un músico hay un traspaso mutuo de ideas, de información, de forma de ver las cosas… Precisamente en ese disco procuré tocar con gente con la que había compartido muchas cosas, incluso procesos de aprendizaje. Eso le da mucha más profundidad a la música que si te juntas con gente que no conoces, que aunque toque muy bien no hay un trasfondo de entendimiento y de criterios personales que yo creo que es una parte fundamental de la música.
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Fusión de almas se basa en la historia de María e Ignacio Cervantes, ¿cómo llegaste hasta esa historia?
Gracias a mi proyecto del libro. Tengo amistad con una musicóloga cubana, Victoria Eli Rodríguez, que trabaja en Madrid desde hace muchos años y es profesora de la Complutense. Ella me ayudó al principio del trabajo con mucha labor de documentación. Un día, hablando en su despacho, me dejó un libro inédito con todas las danzas de Cervantes, que años más tarde fue editado por la SGAE. En esa época era imposible conseguirlo y yo sólo tenía un par de páginas fotocopiadas que me había dado Bebo Valdés. Ella me dejó el libro y mirando encontré el tema de Fusión de almas. Y así empezó todo.
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Reportaje de Madrid Directo sobre Joshua Edelman en la Calle del Rosario
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Antes hablábamos de Madrid, ¿Calle del Rosario es un homenaje a tu trocito de la ciudad?
Sí. Es un homenaje a este local y a toda la gente que ha pasado por aquí, a todos los músicos con los que he trabajado aquí, con los que he ensayado, tocado, hablado, compartido, grabado… Con los que he hecho mil cosas con este sitio como centro de operaciones. .
Después te vas a Japón a grabar un disco que no se puede encontrar en ningún sitio, ¿qué pasó ahí?
En realidad yo no fui a Japón, Japón vino a mí. Hace unos años conocí a un productor japonés aquí en Madrid y me pidió que hiciera unas colaboraciones para unas grabaciones que hacía él. Hice unas colaboraciones con algunos músicos que estaban grabando aquí y un día me escribió y me dijo que había conseguido una discográfica que quería hacer un disco entero mío con él como productor. Le dije que por supuesto y vino de Japón. Aquí grabamos el piano, un par de temas con Machado y otros dos con Yelsi. Se llevó todo el material a Japón y lo montó todo con unos músicos japoneses que nos conocían mejor que nosotros mismos. Yo creo que habían transcrito todo lo que había grabado anteriormente porque se sabían perfectamente mi estilo, el de Machado, el de Fernando McCatty, el de Camilo Edwards (entrevista en la revista Bajista)… Pero todo eso se grabó y se editó en Japón y no ha tenido distribución aquí.
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Para acabar, ¿en qué estás metido ahora?
Estoy en una fase contemplativa (Risas). Acabando el proyecto del libro y esperando a ver qué pasa.
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Joshua Edelman estará entre los días 18 y 24 de mayo en el Cafe Central con su trío:
Joshua Edelman (Piano, My Space)
Yelsi Heredia (Contrabajo)
Moisés Porro (Batería)

miércoles, 29 de abril de 2009

"Los músicos buenos se levantan para estudiar"

Como primera entrevista de MadridJazz, hemos decidido contar con, posiblemente, el mejor pianista de nuestro circuito. El pasado 8 de abril, nos acercamos a Calle del Rosario 25, el famoso estudio de Joshua Edelman. Allí, además del piano, nos esperaban un par de asientos infantiles para el coche y una pequeña moto de juguete. Ya lo dice el propio Edelman "ser padre de gemelos lo cambia todo".
El encuentro se convirtió rápidamente en una cómoda charla que se extendió casi una hora y media. Por ello, hemos decidido publicar la entrevista en dos entregas. En esta primera mitad tratamos con Edelman su visión del mundo y de la política, su llegada a España o su percepción de la vida del jazzman y del jazz en Madrid.
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Edelman en un reciente curso en el Conservatorio de Getafe (Foto: Jorge Moreno)
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Por Jorge Moreno (MadridJazz en CeroPretensiones)
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Es cierta la anécdota que cuentas en tus conciertos sobre un piano y el concurso El precio justo?
Absolutamente. Yo estaba compartiendo piso en la zona de San Bernardo con un amigo guitarrista flamenco. Allí tenía un piano vertical que había traído de Nueva York que realmente no daba la talla y que tenía ganas de cambiar.
Un día me llamó un amigo y me dijo: “Me ha llamado mi agente de seguros porque tiene un cliente que quiere vender un piano de media cola”. Yo le dije que no me podía comprar un piano, pero me contestó que lo vendía muy barato porque le había tocado gratis en un concurso. Me llamó el agente de seguros y me dijo: “Mira, este cliente mío es un jubilado de Móstoles que tiene tres hijos militares que no tienen nada que ver con la música. Fueron a El precio justo tres o cuatro parejas y a cada una le tocó algo”. A estos les tocó el piano.
Le llamé y me dijo: “Tenemos aquí el piano desde hace tres años y no sabemos que hacer con él. Mi mujer le quita el polvo todos los días. Lo tenemos pegado al radiador y hemos tenido que quitar la calefacción. Hemos quitado la mesa del comedor porque no cabe y estamos comiendo malamente en una terraza cerrada que nos ha fastidiado toda la vida social y familiar”.
Estaban como locos por quitarse de encima el piano. Fui con un amigo pianista a probarlo y ellos alucinaban. El tío me lo vendió baratísimo. Me lo llevé al piso, pero no había manera de que cupiera y tuve que llamar a un amigo que me hizo una plataforma encima del piano para la cama. Metí ahí el piano y estuve durmiendo encima (risas).
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Me imagino que la marcha a un lugar extraño y tan lejano como España no fue una decisión fácil. Más allá de la oferta que tenías en la Unión Musical de Liria, ¿qué razones había en tu decisión de hacer las maletas?
Vivía en Nueva York y no estaba muy seguro de lo que iba a hacer con mi vida. Llevaba muchos años en la música, había estado en Centroamérica estudiando español, me encantaba el idioma y tenía también mucha fascinación por Latinoamérica. Nueva York estaba atravesando un momento muy malo: con muchos problemas económicos, violencia en la calle, drogas, tiroteos… Además, yo me había casado con una chica que era de un pueblo y que estaba todo el rato quejándose de que la ciudad era un agobio: el Metro, los borrachos de la esquina, los traficantes que había en el edificio… También teníamos unos vecinos un poco conflictivos.
Ella es flautista. Un día estaba tocando en casa y uno de los vecinos forzó la puerta, le quitó la flauta y la dobló sobre la mesa. Cogió un cuchillo de la cocina y empezó a perseguirla por el piso. Ella salió por la ventana y bajo por la escalera de incendios a casa de un amigo. También hubo un tiroteo en la calle delante de casa y mataron a un traficante que vivía en la planta baja… Nueva York estaba muy caliente, era como vivir en la selva. Un poco como se está poniendo ahora Madrid (risas), que te abren el coche todos los días y te roban las sillas de los niños.
Primero me salió una oferta para acompañar a una banda de música de Valencia que venía de gira a la Costa Este. Estaban buscando a una persona que supiera de música y que hablara español para que pudiera estar con ellos. Estuve diez días viajando con cien músicos de Liria y luego volvieron a Valencia y al cabo de un año me llamaron para trabajar en el Colegio de la Unión Musical. Parecía una aventura interesante, pero les dije que me acababa de casar y a ver si podía ir con mi mujer. Al final se arregló: me pagaron el viaje, me pusieron la casa y empezamos los dos a dar clases en el Colegio.
Debo ser la única persona del mundo que ha ido en viaje directo de Manhattan a Liria (risas). Eso fue en el 80, y claro, el cambio fue brutal a todos los niveles: el tipo de vida, el trabajo, el valenciano… Llegamos en enero y dimos clases hasta final de curso. Nos pidieron que nos quedáramos un año más y al final nos convencieron.
Desde ahí tuvimos planes de irnos a Barcelona, pero nos fuimos primero a Valencia y allí empezaron a pasar muchas cosas. En el club de jazz Perdido, que llevaba poco tiempo funcionando, me ofrecieron tocar todos los días. Con un sitio para tocar, decidimos quedarnos en Valencia. Después me salió trabajo en una escuela dando clases de jazz… Se fueron encadenando los proyectos y nos fuimos quedando.
En el 81 formé un grupo de latin jazz con Nacho Mañó, con mi ex que tocaba la flauta, un percusionista que cantaba y un batería argentino. Empezamos a funcionar muy bien, teníamos muchos conciertos y no parábamos de viajar y tocar. También monté un trío de jazz y me metí a tocar con la Sonora Latina (una orquesta de salsa). Fue una época de mucha actividad, de muchos proyectos y mucho trabajo.
En el 85 me ofrecieron venir al Taller de Músicos de Madrid. Venía un día por semana, pero seguía viviendo en Valencia y al cabo de seis meses decidimos venirnos a Madrid porque había más trabajo. Eso fue en el año 86, y aquí estamos.
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Calle del Rosario
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¿Cuál es el nivel y el ambiente musical que se respira en Madrid?
Yo no soy el más indicado para decírtelo porque no salgo nunca de casa. Salgo sólo cuando tengo que tocar (risas). La verdad es que no sé que es lo que se está cociendo, pero tengo la impresión de que Madrid es un montón de posibilidades desaprovechadas porque hay muchísimos músicos, muchísimo talento…
Hay músicos de diferentes sectores, hay muchos músicos cubanos muy buenos... Una parte importante del gremio cubano se ha trasladado a Madrid, como otra parte a Miami. También hay muchos músicos latinoamericanos de otros países: argentinos, venezolanos, colombianos, brasileños… Hay músicos españoles de todas partes, músicos europeos, americanos, gente de flamenco…
En Madrid hay unas posibilidades enormes pero creo que no se están aprovechando porque no hay infraestructuras, ni apoyos oficiales, ni una manera de canalizar todo eso. Tenemos un Ayuntamiento que no hace nada por la música, más bien al contrario, que se dedica más a poner la zancadilla a cualquiera que tenga un proyecto musical. Pero ya te digo que yo no estoy muy enterado y a lo mejor hay cosas muy interesantes que desconozco.
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En ese sentido de canalizar toda esa energía, ¿qué crees que se podría hacer?
Bueno, yo creo mucho en las conexiones. Todo está conectado en el mundo: tenemos una gran crisis económica, una gran crisis medioambiental y también una gran crisis musical. A la música le pasa un poco lo mismo que a la selva del Amazonas: todas las músicas autóctonas, folklóricas, verdaderas están en peligro de extinción y necesitan apoyo, inyección de esfuerzo, de dinero, de ideas y de todo para que no desaparezcan.
Vino ayer un amigo cubano de Cuba que hacía muchos años que no había ido y me dijo que era deprimente porque todo el mundo está con el reggaeton. Eso es más significativo de lo que parece. Allí ha habido generaciones y generaciones de músicos haciendo su propia música y eso se está degenerando en una cosa de masas, de poca calidad y de poco interés musical. Y claro, si la gente se está dedicando a eso no se están dedicando a lo suyo.
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Además, ahora que la música cubana está teniendo bastante proyección a nivel internacional.
Sí, pero el jazz, como la música cubana o el flamenco dependen mucho de una base de conocimiento común que no está plasmado, ni archivado, ni documentado. Existe porque hay personas que conservan ese conocimiento, pero si eso no se traspasa a la gente más joven y no se le da vida, se acaba yendo. Y ese proceso también está pasando en el jazz.
Hace poco estuve también con un amigo de Nueva York que me contó que ya quedan pocos de la vieja guardia, y los que quedan están mayores y se están muriendo. Eso quiere decir que este mundo se está transformando. Hace veinte, treinta y cuarenta años, los viejos imponían un criterio y un músico joven que daba la talla, que destacaba, que ofrecía calidad y que tocaba bien tenía las puertas abiertas porque estaba ratificado por los jueces, por los antiguos. Ellos decían: “este vale”.
Así surgió toda la generación de Freddie Hubbard, Ron Carter, Lee Morgan… Todos estos músicos salieron gracias a otros más mayores que ellos como Art Blakey, Max Roach, Thelonious Monk y mogollón de gente que decía “este sí”. Y las discográficas, los medios de comunicación y los promotores decían: “pues este sí”. Gracias a eso hubo una selección natural que respondió a criterios de calidad y de talento. Pero hoy en día ha cambiado mucho el proceso de selección, que corresponde más a criterios de imagen, de enchufe, de capricho… Y todo eso afecta al desarrollo de la música.
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¿Quieres decir que en el mundo del jazz americano se ha producido una mercantilización?
Claro. Pero eso se ha producido en todos los ámbitos. Todo eso tiene que ver con esta crisis económica que se produce por falta de valores, codicia y apoyo político y económico a una serie de criterios, de personas y de ideas que ahora se está demostrando que estaban equivocados. Todos esos que decían que “el mercado lo regula todo”. Mentira cochina. El mercado lo único que hace es sacar dinero para determinadas empresas, pero eso no quiere decir que regule el trabajo, ni la calidad de los productos, ni nada. Al contrario.
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Por ser un poco optimistas en este sentido. Suelen decir que en un contexto de crisis se producen cambios en política, en economía y en las mentalidades. ¿Crees que estos cambios pueden ser para mejor?
Para mi hay un hecho muy positivo en el mundo ahora mismo que es Obama. El hecho de que EE UU tenga un líder inteligente, con buenos valores, con bastante personalidad y con coraje (que no tiene miedo a enfrentarse a los peores sectores de la sociedad americana) significa que hay un país de muchísimo peso que ha cambiado.
Además, está tendiendo puentes con todo el mundo: con el Islam, con Europa, con Latinoamérica, con Cuba… Está cortándole el rollo a las grandes empresas que quieren quedarse con el dinero del contribuyente y encima repartírselo. A lo mejor otro político no habría tenido valor para cortar esto. Está abogando por el control de las armas nucleares… Realmente es increíble, es maravilloso. Y eso cambia mucho la historia.
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Rumba de cajón en el XXII Festival de Jazz de Madrid
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¿Crees que ese cambio en la política se puede traducir en un cambio en la creación artística?
Todo eso es lento y complicado, pero yo creo que sí. La influencia tiene que ser buena porque está promoviendo más la educación. Muchos de los problemas del mundo vienen por la ignorancia. Si realmente hubiera una buena formación y la mayor parte de la población tuviera educación, se solucionarían muchos problemas que hay.
Si las personas tienen más información, más criterio, más gusto, eso tiene que influir positivamente en la música. Además de que Obama es amigo de Stevie Wonder y de un montón de gente y eso ya es (risas)… Que el presidente tuviera amistad con ese tipo de gente parece increíble.
Aunque hay anécdotas. Hay una buenísima sobre Nixon. Cuando aún era vicepresidente, a finales de los años 50, se encontró con Louis Armstrong en un avión. Louis Armstrong le dijo: “Señor vicepresidente, es un placer conocerle. Qué casualidad que estemos los dos en el mismo avión y que cuando lleguemos al destino, yo tenga que pasar por la aduana y todas esas molestias y usted no.” Entonces Nixon le dice: “No se preocupe, usted se viene conmigo y yo lo arreglo todo para que no tenga que pasar por la aduana”.
A la salida del avión, había unos periodistas que sacaron unas fotos de Nixon pasando por la aduana con la funda de la trompeta de Armstrong y él pasando con las manos en alto. Salió en la portada de una revista. Muchos años más tarde, en una entrevista, le preguntaron a Armstrong sobre la famosa foto de Nixon, la aduana y el estuche de la trompeta. Armstrong, en un susurro, contestó: “el estuche estaba lleno de marihuana” (risas).
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Hablando de política, imagino que las noticias que vienen de Israel te afectan personalmente. ¿Cómo viviste los últimos sucesos bélicos de Gaza?
Estoy completamente en contra de cualquier intervención bélica. Pienso que el único camino válido es el diálogo, por mucho que les fastidie a muchos políticos y militares. Es la única vía que hay. Entiendo la necesidad de autodefensa de Israel y también entiendo la necesidad de los palestinos de tener unas condiciones de vida dignas. Pero creo que la única manera de lograr eso es con el diálogo.
El hecho de que hayan descubierto un montón de abusos por parte de los militares israelíes confirma mi teoría de que estas intervenciones solamente causan destrucción, dolor, miseria, cabreo y nada más. Creo que rebajan la dignidad de las personas que las hacen.
Igual que en EE UU hubo una degeneración política con la extrema derecha representada por Bush, su clan y toda esa mafia, en Israel también ha pasado un poco eso: una deriva hacia el extremismo que creo que va en contra del espíritu de los fundadores de Israel. Ellos eran gente que estaba buscando una vida con unos conceptos más elevados, tratando de poner en práctica unos conceptos muy adelantados. Pero la balanza empezó a caer del lado del extremismo y el extremismo sólo genera más extremismo.
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Dejando a un lado la política y volviendo a la música, ¿cómo ves al público de jazz de Madrid?
Creo que es un buen público. De hecho cuando voy a tocar por ahí siempre tengo buen público. La gente siente la música de una manera muy sincera. Hay públicos en otros sitios del mundo que son más intelectuales, más rígidos, más fríos. A mí me gusta el público de Madrid y creo que hay bastante interés. Creo que se podría acercar mucho más la música a la gente joven y creo que le encantaría, a mucha gente que incluso no la conoce.
Yo creo que considerar a las buenas músicas como elitistas es como un complot de las grandes empresas para vender la basura que están sacando. Tachan a la música clásica, al jazz o al flamenco de ser músicas muy difíciles, de que la gente no las entiende, ni las compra, ni le gustan. Es para gente muy especializada, para minorías. Repiten tanto ese mensaje que al final la gente se lo cree y no es verdad.
Cualquier persona puede disfrutar de un concierto de clásico, de jazz o de flamenco. Depende un poco del repertorio, de la presentación y del formato, pero creo que en lugar de alejar a la gente de las cosas, habría que acercarla.
Es como la lectura o el reciclaje. El otro día leí que en Madrid todavía hay un porcentaje bajísimo de personas que reciclan. Reciclar es facilísimo. No hace falta hacer un doctorado en ciencias para reciclar, pero que a la gente le resulte difícil es un problema de dedicación y de comunicación. Si vamos a fomentar una sociedad en la que a la gente le resulte difícil separar el vidrio del cartón estamos jodidos.
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Y al otro lado del escenario, ¿se puede vivir tocando jazz en Madrid?
Hombre, no creo que sea muy recomendable. Si uno tiene mucha pasión por la música y realmente se quiere arriesgar, que se arriesgue, pero es complicado. Creo que hace falta, además de tocar bien el instrumento, aprender mucho de otras cosas. Hay que estudiar pedagogía, derechos de autor, producción, montaje de espectáculos o lo que es la musica en el cine y en la televisión.
Vivir de dar conciertos y de tocar en bares puede parecer muy romántico a una persona joven, pero no se puede vivir de eso. En todo caso se puede malvivir. Pero el malvivir se convierte en un problema, porque lo que uno exige de la vida con 20 o 30 años no es lo mismo que lo que exige con 35 o 50. Las necesidades no son las mismas.
Si tienes 20 años puedes vivir con tus padres, pasar un poco del tema de la vivienda, de las gestiones cotidianas de la vida, de plantearte una familia o una pareja… Pero llega un momento en que te tienes que organizar en la musica para enterarte de cómo puedes vivir. No puedes pensar que porque toques muy bien tu instrumento te van a dar trabajo o vas a tocar mucho en el Café Central o en Clamores. Eso es una fantasía que no tiene nada que ver con la realidad.
También está el mundo de los músicos contratados del pop, que ha sido bastante lucrativo para mucha gente que ha hecho carrera ahí y ha funcionado con cantantes famosos durante mucho tiempo.
Yo tampoco soy la máxima autoridad. Sólo te puedo hablar un poco por mi propia experiencia. A lo mejor coges a otro músico y te dice que se vive muy bien, que hay mucho trabajo, que te metes en el engranaje… Hay diferentes perspectivas. Probablemente encuentres gente que te va a contradecir lo que yo te estoy contando
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Parece común la figura del músico que toca muy bien su instrumento pero que tiene muy poco conocimiento de otros temas, tanto en el jazz como en la música clásica. Muchos músicos que son mecanicistas, pero que no van más allá.
Es una característica muy extendida del ser humano. Pero yo creo que es peligroso. Creo que el músico tiene que tener una conciencia social. Vivimos en el mundo, pasan muchas cosas, tenemos relación con las personas que nos rodean, con el país en el que vivimos y con otros países.
Creo que es de una pobreza tremenda pensar en la música únicamente; y como profesional hacen falta otras habilidades que no solamente es ser cinturón negro de solfeo y de escalas. Hace falta capacidad organizativa, relaciones públicas…
Hoy en día si un músico da un concierto, el traspaso de dinero conlleva facturación y una serie de gestiones. Hay músicos que no lo saben hacer y llega un momento en que no pueden funcionar así. Esas carencias limitan muchísimo: sólo puedes tocar en sitios donde te pagan con dinero negro y en esos sitios te pagan una miseria. Llega un momento en que dices: “¿De qué vivo? ¿Doy clases o trabajo en otra cosa o espabilo y empiezo a aprender un mínimo?”
Lo digo incluso por mí mismo. Yo he tenido la suerte de vivir una época mejor que esta en la que me he tirado veinticinco años sin parar de tocar. Por eso podido ser un poco pasota en algunas cosas, porque he tenido trabajo y me he podido permitir el lujo de estar un poco al margen de ciertas cuestiones empresariales. Pero al final he tenido que ir aprendiéndolas, porque he funcionado mucho como productor de discos, como líder de grupos o como realizador de conciertos, y al final te metes en un engranaje en el que tienes que saber.
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Hablando del músico de jazz como profesional, ¿cómo es tu día a día?
Bueno, yo soy padre de gemelos y eso lo cambia todo (risas). El día a día, teóricamente, se reparte entre clases, estudio, gestiones y ensayos. No sé porque se produce esto pero siempre hay que hacer muchas gestiones. Lo ideal sería poder organizar el día para dedicarle 3 horas al instrumento y poder tocar con gente, componer… En mi caso, ahora mismo, no es así. En la vida cotidiana del músico hay que tener constancia, autodisciplina y autocontrol. Porque si trabajas por la noche…
La noche está llena de peligros de todo tipo. Yo creo que el músico que tiene una profunda vocación no se deja llevar por las tentaciones de la vida nocturna. Hay muchos músicos que antes de las 12, de las 2 o las 3 no funcionan, pero creo que los músicos buenos sí. Se levantan por la mañana, se ponen a estudiar, a organizar sus proyectos… porque si no es imposible. Por eso te digo que cuando tocas por la noche, también hay que tener cierto rigor para decir: “He terminado de tocar. A lo mejor me tomo una caña pero me voy.” Y no: “¡Oye vamos a tomar algo a otro sitio!” Porque todos sabemos cómo es Madrid, que te descuidas un poco y amaneces en la calle de día. Así no te puedes dedicar a tu música ni a nada.
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La próxima entrega de la entrevista se publicará la semana que viene. En ella hablaremos del latin jazz, de Nueva York, de las influencias de Edelman o de sus trabajos discográficos.
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Joshua Edelman estará entre los días 18 y 24 de mayo en el Cafe Central con su trío:
Joshua Edelman (Piano, My Space)
Yelsi Heredia (Contrabajo)
Moisés Porro (Batería)

lunes, 20 de abril de 2009

La Fundación Canal vuelve a apostar por los jóvenes talentos

A través de su proyecto Audiciones, la fundación del Canal de Isabel II en colaboración con Radio 3 convoca por tercer año consecutivo un concurso para grupos y solistas sin contrato discográfico.

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Fractal, finalistas de Audiciones 2008, en Radio 3 (Foto: Sergio Cabanillas).

Por Jorge Moreno (MadridJazz en CeroPretensiones)

No es frecuente encontrar iniciativas destinadas a promocionar a los músicos que intentan abrirse un hueco en el difícil mundo del jazz. Más allá de los centros educativos como el Taller de Músicos o la Escuela de Música Creativa, son pocas las instituciones que se preocupan por abrir un espacio para los jóvenes en esta música.

Al igual que los concursos de maquetas de rock o pop son el pan de cada día de los grupos que empiezan, en el jazz es algo distinto. El tradicional papel desempeñado por las jam sessions para que los jóvenes se curtieran en la batalla (en ocasiones con un sentido casi literal) ha sido el trampolín de lanzamiento de la mayoría de los músicos de este estilo. En las jams, el músico llega y dice: “esto es lo que tengo”, como si fuera un escaparate en el que el solista demostrara su valía.

Por ello, iniciativas de otro tipo parecen extrañas en el jazz, aunque no sean menos interesantes. De hecho, la edición 2009 de Audiciones, el concurso de maquetas de la Fundación Canal, promete (a la vista de los resultados de las dos campañas precedentes). En el apartado de jazz (también hay categorías de pop-rock, músicas étnicas y electrónica-músicas urbanas) han mostrado su trabajo grupos y solistas que empiezan a colocarse ya en el panorama habitual de los clubs de nuestra ciudad.

Para los ganadores de la primera edición: Igor Prochazka Trio, los 2.000 € del premio y la contratación para la programación del Canal han supuesto una inestimable plataforma de despegue. Tras el concurso, llegó la blogosfera (artículo de José Manuel Quitana Cámara), su primer disco: Easy Route y los galardones. Este internacional grupo (compuesto por un checo, un argentino y un estadounidense) ya ha actuado en escenarios como El Junco o La Escalera de Jacob.

Igor Prochazka Trio en directo

En la final, además de a los catalanes del Serrano-Tejedor Projecte, los de Prochazka tuvieron que verse las caras con los madrileños de Acoplajazz. Este proyecto, dirigido por el baterista fuenlabreño José Antonio Guerra, también se ha dejado caer en las últimas semanas por El Junco.

La segunda edición no deparó la misma suerte para los grupos madrileños, pues fue el ciudadrealeño Mariano Valdayo y su quinteto el que se hizo con el primer premio. Sin embargo, en la final se colaron los chicos de Fractal (de los que ya hablamos en el artículo sobre el Bogui) que sin duda se están convirtiendo en una de las formaciones jóvenes más estables del circuito.

Para la edición de este año, ha quedado abierto el plazo de inscripción, que finaliza el 25 de mayo. Para presentarse (bases), sólo hay que tener más de dieciocho años, no haber firmado un contrato discográfico y preparar una maqueta de 3 temas como máximo que no excedan un total de 12 minutos. De las maquetas presentadas, se hará una selección de cinco finalistas por categoría, los cuales tendrán que tocar ante el público y el jurado en el auditorio de la Fundación Canal el 1 de julio a las 21 horas.

El jurado estará formado por productores y ejecutivos discográficos de empresas como Sony o EMI y locutores y críticos como Rosa Pérez, José Miguel López, Santiago Alcanda (Radio 3) o Raúl A. Mao (director de Cuadernos de Jazz). Parece que el cartel arbitral ofrece garantías. Ya sólo queda que Euterpe ilustre a los jueces y, puestos a pedir, que algún grupo madrileño se llevé el premio y empiece a pisar fuerte en el panorama de la capital.